En aquello que tiene que ver con el ámbito de la vida familiar de las personas hemos ido sedimentando diversas medidas para mejorar la defensa ante la transmisión del COVID-19, después de criterios o tácticas más o menos acertadas. De esta forma, el contagio por proximidad social ha sido una de las certezas aceptadas universalmente.
La respuesta a este hecho en el diseño o adaptación de las viviendas ha dado como resultado la exigencia de mayor espacio vital en las viviendas, así como la necesidad de mayor aislamiento individual en el ámbito de una misma unidad familiar.
Ello está unido a otra de las realidades que se han consolidado: la extensión del teletrabajo o home office por el riesgo de contacto en las oficinas tradicionales y en el trasporte hasta los centros de trabajo, especialmente sensibles en los largos recorridos de conurbaciones como el Valle de México.
Otro de los paradigmas aceptados ha sido la búsqueda de espacios libres y ventilados, tanto más en viviendas con muchos miembros trabajando en un mismo especio no diseñado para estos menesteres. Capacidad de independencia de cada miembro al tiempo que una ventilación, al menos natural. Son dos paradigmas de general aspiración de las familias para sus viviendas.
Una faceta que cuenta casi con unanimidad impulsada por el teletrabajo y por la videoenseñanza de los hijos es de carácter más tecnológico. Nos referimos a la exigencia de una conexión de gran potencia del servicio de internet en las viviendas familiares.
Al tiempo, hemos ido dejando de lado algunos otros criterios de transmisión de la enfermedad de dudoso rigor científico en este período de experimentación, e incluso, de prueba y error.
La afirmación de que cada epidemia o pandemia en la historia ha tenido su respuesta de defensa mediante cambios en la arquitectura. Queda representado en el Hospital de 1929 en Piamio (Finlandia), del arquitecto Alvar Aalto, uno de los emblemas de la Arquitectura Moderna del siglo XX.
Sus terrazas abiertas y grandes ventanales al sol, en climas nórdicos, sus blancos colores, su ausencia de ornamento, su limpieza constructiva aúna el diseño constructivo a elementos pasivos en la lucha contra la tuberculosis.