El informe apunta además que las inversiones inmobiliarias se verían afectadas “por la reducción de la confianza por parte de los inversionistas en la capacidad de recuperación de los flujos de efectivo”. Y estima que la velocidad de recuperación del mercado “dependerá de la magnitud de la pandemia y de la velocidad con la que las operaciones inmobiliarias vuelvan a la normalidad”.
Para Deloitte el impacto y la profundidad que. generará el COVID-19 en el sector inmobiliario “es aún incierto”, pero se observan cambios en el comportamiento de los consumidores que “pueden volverse obsoletos y reducir el valor de muchos activos inmobiliarios que hoy están en el mercado”.
Observa que inmuebles que generan mayores concentraciones de personas, como los centros comerciales, estadios, teatros y hoteles “serán los más afectados en esta crisis y deberán implementar esquemas innovadores para continuar operando y generando valor”.
La consultora global Jones Lang LaSalle también señala a los sectores minorista y hotelero como “los más afectados”, a causa de los bloqueos y restricciones de viaje “que redujeron la demanda”. Seguidos por la actividad de arrendamiento de oficinas globales. En lo que toca a la demanda de espacio logístico, considera que “también fue menor a pesar de un aumento en los requisitos a corto plazo vinculado al impacto inmediato de la pandemia”. De acuerdo con sus Perspectivas globales. Junio de 2020, JLL menciona que ahora que las empresas han comenzado a prepararse para el reingreso al mercado “la seguridad y el bienestar de los empleados es un enfoque clave”.
Casas en vez de departamentos, una tendencia de vivienda que dejó la epidemia
A nivel regional las perspectivas de JLL alertan sobre la presión que sufriría la economía regional si el número de casos de Covid sigue creciendo en América Latina y el Caribe en el segundo semestre del año.
Se refiere también a algunos riesgos que se deben tomar en cuenta en esta región, como el resurgimiento de una “ola” de inconformidad social, ya vista en 2019, el incremento de reacciones adversas en el mercado ante el crecimiento de la deuda pública, una caída en los precios de las materias primas mayor a lo esperado y la incertidumbre “persistente” provocada por la pandemia, lo que ralentiza la recuperación del sector servicios.
En el caso específico de México, menciona que la economía se verá “fuertemente afectada” en lo que resta de 2020 por la caída de las exportaciones, las condiciones de financiamiento significativamente más estrictas, una caída significativa de los precios del petróleo, el freno en el turismo y las restricciones de movilidad impuestas para frenar la propagación de la pandemia, además de que el apoyo fiscal anunciado hasta ahora “ha sido limitado”. La recuperación se espera en 2021.